lunes, 5 de febrero de 2018

POEMA 2


(glosando, con perdón, a dña. Hildegardis Goyenechea)







ESTA CASA MIA DONDE YA NO RESPIRO



                                 tu perfume, el perfume que siempre dejabas en la almohada



después del intermedio a un nuevo encuentro



desenfrenado y a la vez tan lleno de ternura en el epílogo



esta casa mía donde sólo ha quedado la rememoración



de nuestro atormentado amor amenazado siempre



por tus nerviosas miradas al reloj y tus impedimentos



para dedicarnos por entero a amarnos sin más paliativos



que la muerte cuando al fin nos separara



aunque nos habíamos jurado en el vórtice



del placer disfrutado hasta el clímax



amarnos hasta después de muertos



¡qué ilusos! ¡qué desatinados tan inmersos



en el escaso tiempo y en el reducido espacio



que cobijó nuestro inusual cariño!



y ahora ¡ay! ya no queda más que el resto



de lo poco que pudimos permitirnos



en esta casa mía tan llena de tarecos



de cosas inútiles que me rodean



cuando inevitable y repetidamente



te echo tanto de menos







Augusto Lázaro



(inédito)






Le preguntó por qué se pasaba todo el tiempo metido en su espacio y en las pocas veces que se decidía a salir se le notaba en el rostro una tristeza difícil de disimular. Contestó, intentando una sonrisa que no encajaba en su semblante que en su espacio tenía todo cuanto lo hacía feliz… menos algo que no quiso al principio decir. Ni falta que le hizo a su amigo para comprenderlo: Cierto, en su espacio tenía todo lo que lo hacía sentirse bien y quizás feliz. Pero le faltaba lo principal: no tenía allí el amor… y sin amor, resulta muy difícil sentirse bien y ser feliz...

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