domingo, 3 de julio de 2016

VAMOS, MUCHACHA

Vamos, empuja la puerta de cristal, penetra en ese aire acondicionado tan frío que

eriza los vellos de tus brazos, de tus axilas, de tus muslos, estremécete, goza de ese

aire que te gusta tanto, mira la gente, las lámparas blancas, los cuadros, la entrada

al bar pequeño, acogedor, íntimo, oscuro, las mesitas, las arecas, camina despacio,

liviana, menuda, por los mosaicos relucientes, por la alfombra afelpada, oye la

música indirecta, disfrútala, camina sobre el piso suave, sobre la suavidad de tus

sandalias, escápate de todo, pero no, no puedes, todo te recuerda lo que has

hecho, ya no eres la misma, ya no serás nunca la misma, ya el olvido se ha alejado

por tiempo indefinido de tu mente, dirígete hacia la carpeta, descuélgate del

hombro la cartera, busca en ella alguna libretica de notas, algún lápiz, pídele la

llave al carpetero, sonríele, extiéndele la mano, toma la llave de la habitación que

te alcanza, toma junto con la llave un sobre blanco, pequeño, transparente, que

por fuera sólo tiene escritos tu nombre y el número de tu habitación, asómbrate,

abre el sobre, lee la carta que está dentro, piensa que no puede ser, que es un

error, que es una broma, lee otra vez la carta, comprueba la fecha, mira a todas

partes, toca, estruja la carta, el sobre, muérdete los labios, mira otra vez el sobre

con tu nombre, mira la hoja de papel cebolla del color que más te gusta, mira

esa letra sola que termina la carta, convéncete de que está escrita por él, ah,

sí, reacciona, métela en el sobre, guarda el sobre en la cartera, qué pensará, qué

creerá, qué hará, esta misma tarde, en el parquecito, en el mismo parquecito de

la iglesia, cómo se enteró que te marchabas, cuántas cosas que decirse, pero no

te quedes parada ahí como una estúpida, vé hacia los elevadores, no des lugar

a que todos te miren, tonta, si te vieras la cara, aunque ya no es la misma cara,

cuándo lo viste por primera vez, únete al pequeño grupo que espera para subir,

cuántas veces has salido con él, mueve tus piernas, a cuántos lugares han ido los

dos, mira los números que se iluminan hasta el uno, cuántas cosas en tan pocos

días, se abre la puerta del centro, apúrate, tropieza con alguien, excúsate, entra

en el elevador, siente esa sensación que da en la boca del estómago la rápida

ascensión en un elevador de hotel, pero déjate de niñerías, acaba de salir, camina

hacia tu cuarto, anda rápido, atraviesa una vez más este pasillo solitario que te

sabes de memoria, acuérdate de que tienes que hacer todavía muchas cosas antes

de ir, si vas a ir, has tenido una mañana bastante movida, te despertó el teléfono

de la habitación porque así se lo pediste anoche a la operadora, anoche cuando

decidiste marcharte sin decírselo, enseguida te pusiste en pie, nerviosa, te acercaste

a la ventana para ver cómo estaba amaneciendo, pensaste cuántas personas se

estarían levantando a esa hora como tú, con tanto en qué pensar como tú, si

todo sería igual todos los días, si las cosas podrían cambiar como has cambiado tú,

el mar que apenas se movía a un lado de tus ojos, al otro las siluetas de los edificios

dormidos, el trazado de calles inmóviles, las chimeneas, la ropa tendida en algunas

azoteas, los objetos tirados o perdidos en casi todas ellas, los vehículos que ya

comenzaban a nutrir el tránsito, el ruido, todo igual, todo distinto, la vida podía

cambiar o no cambiar, tú habías cambiado, todo pequeño, todo allá abajo, la

piscina sola, las taquillas solas, las sillas solas, recuerda, anoche, antes de este

amanecer tranquilo, apacible, pero si ya estás aquí frente a tu cuarto, detente, so

boba, si casi te pasas, en qué piensas, muchacha, vamos, acaba de entrar en tu

cuarto, decídete, cruza la línea del umbral que lo separa del pasillo, entra, abre

el clóset, escoge cuidadosamente la ropa que vas a ponerte, porque vas a ir, sí,

vas a ir, seguro, la ropa que más le gustaría, pero no la de anoche, no, esa te

recuerda lo que has hecho, no, mejor la blusa de pespuntes blancos, de mangas,

esa que parece una camisa, esa misma, no lo pienses más, la puedes combinar

con la falda azul de paño, ponla sobre la cama, mírala, serénate, imagínate cómo

lucirías con ella, tiene onda, la tarde se presta, imagínate otra vez con él, ahora que

ya nada es lo mismo, el cinto de la hebilla blanca, los zapatos de tacón de punta,

ya lo tienes, ahora quítate la ropa, entra en el baño, piensa en lo que vas a hacer,

a decirle, a sentir, la blusa, la saya, las sandalias, el ajustador, el blúmer, coge el

jaboncito, abre la ducha, suelta un grito en el primer contacto con el agua fría, pon

la mano debajo del chorro, gradúa el agua, siente cómo se va calentando

lentamente, cómo corren todos los recuerdos uno tras otro, como el agua por tu

piel, no, no irás, no debes ir, qué has hecho, ya no eres la misma, siente el agua tibia

que te cae encima, que se desliza por tu cuerpo, entrégate a ella, ríndete a su

sensación, escucha junto al golpe del agua las notas musicales que te llegan desde

el radio que está junto a la cama, piensa ahora en tu cuerpo, pásate las manos por

tu cuerpo, enjabónalo, ¿es el mismo cuerpo en que enjabonas?, ¡ah!, disfruta de la

espuma, tócate, acaríciate, quita el polvo que puede haber en cada poro, piensa

en él, en tu cuerpo, colócate debajo del chorro de la ducha, restrégate, frente al

espejo, deja que tus manos ajusten la imagen reflejada en el cristal, deliciosa, te

diría él si estuviera aquí contigo, como te dijo anoche, pero no lo recuerdes, que

tus manos resbalen por tus muslos, por tus caderas, por tu cintura, por tus senos, por

tus hombros, por tu cuello, contémplate desnuda, mojada, bella, deseable, sí,

deliciosa, sí, recuerda, su voz, su mirada, sus manos acercándose a tu cuerpo, el

mismo cuerpo, recuerda, quién eres, qué edad tienes, qué hiciste ayer, qué has

hecho hoy, qué haces aquí tú sola en un hotel de lujo de La Habana, en una

habitación para ti sola, en el baño, desnuda, frente al espejo, imaginándote el

deseo que puedes despertar en sus ojos, no, no te avergüences, por qué habrías

de hacerlo, algo más, los recuerdos, imaginándote el amor, por qué, no has hecho

nada, coño, irás, claro que vas a ir, recuerda entonces, cómo lo conociste, cómo

comenzó todo esto, cómo terminará todo esto, no pienses, eso no es lo importante,

sentir, vivir es lo importante, no te engañes a ti misma, termina de secarte, siéntate

en la cama, reflexiona, no, no reflexiones, acaba de vestirte de una vez, arréglate,

es tarde, aunque no, es temprano, el tiempo es todo tuyo, siempre será todo tuyo,

déjalo pasar un poco, oye la música, no tienes apetito ahora, tú piensas demasiado,

vuelve a leer la carta, mira el reloj, anímate, te queda tiempo suficiente todavía,

recuesta la cabeza en la almohada, lee un poco, no, no leas, no podrás apartarte

de esa idea fija que tienes metida en el cerebro, no irás, pero arréglate de todos

modos, qué haces ahí tirada, empapada de tu soledad, termina de darte los

últimos toques, cuélgate la cartera, recoge algunas cosas, sal, camina otra vez

por el pasillo, hasta los elevadores, aprieta el botón, mira la flecha roja, no tardó

esta vez, entra en el elevador, piensa, rememora, todas tus experiencias amorosas

anteriores, ésta, esta ha sido distinta, pero qué puede importar eso, piensa en tus

padres, en tus amigos, en tu ciudad, ya está bueno, ya lo hiciste, no te arrepientas

ahora, el hombre está en el cosmos, no pienses más en eso, no te mortifiques más

por eso, mira, se abre el elevador, otra vez en el lobby, dale la llave al carpetero,

aléjate de la carpeta, sonríe, no te escapes de nada, decídete por fin, deja tu

sonrisa en tu rostro para siempre, sí, irás, irás ahora, irás hoy, irás siempre, hacia él,

hacia el amor, hacia ti misma, camina sobre el piso suave, oye la música indirecta,

disfrútala, camina por la alfombra afelpada, por los mosaicos relucientes, camina

despacio, menuda, mira las arecas, las mesitas, la entrada al bar pequeño,

acogedor, íntimo, oscuro, los cuadros, las lámparas blancas, sonríe, mira la gente,

sonríe, goza de ese aire que te gusta tanto, estremécete, sal de ese aire frío que

eriza los vellos de tus brazos, de tus axilas, de tus muslos, pero sonríe siempre, lanza

a todo el mundo tu sonrisa, empuja la puerta de cristal, vamos, muchacha, vé a

buscar esa pequeña porción tuya, toda tuya, de la felicidad...





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