domingo, 27 de marzo de 2016

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 63

Creo que nos estamos acostumbrando a estar juntos todo el tiempo, a despertarnos

abrazados, a retozar un poco antes de levantarnos cuando puedes escaparte de tu

casa con alguna de tus excusas preparadas y podemos dormir juntos, a colar café y

fumarnos el primer pitillo juntos antes de separarnos, y sobre todo, creo que los dos

pensamos que eso es bueno, que olvidarnos de nuestra situación de ese modo es

muy bueno, de nuestros problemas, de todo lo que no sea estar así, en esta especie

de éxtasis erótico que no sé cuánto más va a durar y que no quiero pensar cuánto

más va a durar, pues tú mismo me dices que nada es eterno, ni siquiera el amor, y a

mí nunca me ha sucedido nada bueno que me dure mucho. Bueno y mucho son

dos palabras que en mi vida se enlazan pocas veces, por eso no quiero pensar,

porque si pienso se me enredan las ideas y no me dejan concentrarme en el trabajo

y en la escuela, que de vez en cuando abandono para estar contigo sin que tú me

lo pidas, y a veces hasta se me olvida comprar el pan y la leche de Bertica, pasar

por la carnicería a ver si llegó algo,  pagar la cuenta de la luz, llamar a Aurelia para

que me traiga a Bertica el domingo, un desastre. No sé qué va a pasar con mi

trabajo, porque el Económico ya no se anda con muchos miramientos, me exige

que cumpla y cuando falto me mira como no creyendo las excusas que le doy, a

pesar de que sigo tu consejo, dar una sola cada vez, que si uno empieza a enumerar

motivos no lo creen, pero nada, estoy en entredicho en la oficina y eso no es nada

bueno. Y en la escuela otro tanto, aunque allí todos faltan, pero después ponerme

al día no es cosa de jugar a las muñecas. Reventarme para meterme en la cabeza

las explicaciones que perdí y eso me agota más de lo que mi debilitado cuerpo

puede soportar. No sé, amor, ¿será que es cierto eso de que hay amores que

matan? Porque el tuyo me está liquidando poco a poco y si seguimos con esta

locura lo que me espera no es de amigo. El tiempo se nos va cuando estamos

disfrutando del amor y llegamos al clímax, hasta que se te ocurre hacerme algo,

cosquillas, no sé, en los pies, halarme el pelo, pasarme la punta de la lengua por

los labios, o darme un beso largo como el que me diste, como el que nos dimos

esta mañana al despertar, que duró como una hora, ah, nos fuimos del mundo, nos

quedamos como zombis, pero qué rico fue ese beso larguísimo con nuestras

lenguas rozándose continuamente, y cómo hicimos cosas mientras nuestras bocas

se negaban a separarse ni un solo segundo, ¿te acuerdas?, acariciándonos

íntimamente, masturbándonos los dos, registrando con las manos y con los deseos

el más recóndito rincón de nuestros cuerpos mientras nos pasábamos la lengua por

las interioridades de cada boca y nos tragábamos cada uno la saliva del otro,

jadeo y sofoquina, creí que me iba a ahogar, nos movíamos, cambiábamos de

posición, sentados, acostados, parados, apretados con fuerza, ah, qué rico, qué

locura más bella es el amor, y después descansar sin pensar en otra cosa que lo que

habíamos gozado juntos, hasta que me besas en la puerta al despedirte, cómo has

podido pensar que yo no volvería, me dices, al regreso de tu viaje, cuando te

cuento lo que me sucedió, mi visita a Marina, mis problemas en el trabajo y en la

escuela, mis distracciones en la casa, pues no tienes por qué preocuparte, sólo por

tu salud, y mira, te voy a llevar a un especialista amigo mío para que examine tus

pulmones, no voy a permitir que te sigas abandonando de esa manera, y entonces

todo se me vuelve risa, alegría, felicidad, hasta que regreso a mi mundo y me pongo

a pensar que ya estoy terminando la dichosa escuela, que lo que me queda es un

tilín para graduarme, quién me lo iba a decir hace unos años, y qué deseos tengo

de graduarme, que me prometiste ser mi padrino, fíjate, el año que viene, el tiempo

es un ciclón, pero ay, amor, me siento tan cansada, tan agobiada, tan disminuida

en mis posibilidades, ahora que no paro contigo y con todo lo demás, que no es

poco, si ya casi no me alcanza el tiempo para cruzar dos palabras con Aleida por el

muro, ¿qué pensará de mí? Llego sigilosamente, hago los quehaceres corriendo, me

voy sin pronunciar un monosílabo, y este julepe no hay quien lo resista, la oficina, la

escuela, siempre corriendo, y por las noches tú, en el trajín, y cuando te vas sólo me

quedan cuatro o cinco horitas para descansar, no te das cuenta de mis poquitas

fuerzas, nenecito, pero eres tan cariñoso que me da pena decirte que no, y a veces

tengo que fingir, suerte que no soy hombre, no sé si te das cuenta, por eso algunas

veces me dices que me notas algo fría y lo que estoy es algo débil, tu que dices que

el amor lo cura todo, ay, querido mío, si a mí el amor me enferma, mira cómo me

tienes, cariño, además de que no siempre estamos celebrando, a veces discutimos

y peleamos, y cuando nos topamos con alguna de mis amistades y te la presento

me da la impresión de que te cae mal, mis amigos te caen mal, por eso ya ninguno

viene a visitarme y yo creo que es por ti, ¿por mí dices?, vamos, no seas tonta, yo

¿qué les he hecho?, y pones una cara que mejor no seguir discutiendo para que no

me digas lo de siempre, que algunos de mis amigos se pasan la vida mariposeando

por ahí sin hacer nada y vienen a descargar y a joder a mi casa, ah, como si yo

tuviera tiempo para compartir con ellos, eres injusto, pero en fin, que no eres

perfecto ya lo sé, yo tampoco lo soy, nadie lo es, pero tú eres injusto, mira que

inventas cosas, la casa llena, qué barbaridad, qué injusto eres, no sé cómo puedes

ser así conmigo, yo que me dedico por entero a ti, yo... entonces te das cuenta de

que has metido la pata pero el daño está hecho, y aunque me pases las manos por

la cabeza, aunque me acaricies, aunque me digas perdóname, amor, ya el daño

está hecho, y quizás sea irreversible...

(continuará)

Augusto Lázaro


www.facebook.com/augusto.delatorrecasas

No hay comentarios:

Publicar un comentario