sábado, 28 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 8

...pujo, pujo fuerte, pujo más fuerte, pero no hay manera, esta criatura no acaba de

salir, me duele todo el cuerpo, ya no puedo pujar más, esta cabrona enfermera me

aprieta la barriga como si fuera una pelota que hay que desinflar, vamos, niña,

vamos, un esfuercito más, la muy puñetera, como que ella no es la que está aquí

pasando el mal rato, ni el médico este tampoco, ay, coño, me duele la columna, la

espalda, las piernas, todo el cuerpo, es que no lo entienden, qué odio le estoy

cogiendo a todo lo que huela a mercuro, algodón, tijeras, maquinillas, ¡ay!, coño,

cloroformo, esterilizante, medicinas, camillas, enfermeras, comadronas, médicos, ah,

recoño, los cabrones hombres deberían parir, deberían pasar por estos trámites para

que supieran lo que es bueno, para que se jodieran ellos también, puja, mi amor,

vamos, un poquito más, que ya viene, ya viene, cómo no, si sigo pujando me voy a

reventar por dentro, cabrona, mi mamá allá afuera mirando por el cristal, ¿por qué

no está aquí junto a mí?, no la dejan quizás o quizás es que ella no quiere estar aquí

conmigo, ay, cojones, esto es insoportable, insoportable, insoportable, ya viene, ya

está aquí, anda, niña, el último esfuerzo, claro, ya sé que ya viene, cómo no va a

venir, no me voy a quedar con eso dentro, so estúpida, a ver si ahora me dejan

algún aparatico de esos dentro, alguna tusa, que ya he oído de casos, vamos, mira

ya, mira, la cabecita, ya esá saliendo, ya, ¿no ves que no es tan malo?, pero que

me quemen viva si vuelvo a parir, desgraciado de Tony, malditos sean los cabrones

hombres que no pasan por esto, ya está, míralo aquí, pero no, mírala aquí, es una

niña, mira, es una niña preciosa, mírala, mamá, mira a tu hija, es preciosa, mira qué

gordita y qué coloradita está, cuando papá la vea se va a arrebatar, ya salió toda,

todita, todo está bien, doctor, venga para acá, mire, mamá, ha tenido una niña

preciosa, sí, preciosa, bueno, como la mamá...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



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domingo, 22 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 7

Esta noche voy a vivir una pesadilla. Lo presiento. Lo sé. Me lo dice el corazón y el

corazón nunca me engaña. Sé todo lo que va a sucederme y sé que no voy a

poder evitarlo. Mi mamá ingresada y mi padre con los cabroncitos esos por ahí. Y

yo aquí sola. Mi padre nunca sale conmigo, ni siquiera me lleva al hospital a ver a

mi mamá, y yo tengo que ir a verla con Aleida cuando Aleida tiene un chance y me

hace el favor de acompañarme. Mi padre no me quiere, lo suyo son los varones, y

cada vez que va a salir con ellos y yo le digo que me lleve me repite el mismo

sonsonete: ¿con esa barriga?, ni lo sueñes, no pensaste en esto cuando dejaste que

te la hiciera el muerto de hambre ese, y mis hermanos se ríen a carcajadas. Monos.

Idiotas. Desgraciados. Por eso, después que ingresaron a mi mamá, lo normal para

mí es pasarme el día sola. Y a veces las noches, porque mi padre y mis hermanos no

calientan la casa. Sola, y a mí la soledad no me gusta ni un poquito así. A veces me

pongo a hablar conmigo misma, cuando me canso de oír los mismos discos que me

sé de memoria o cuando me aburro de lo que pasan por la tele, que siempre es lo

mismo también. Y entonces me pongo a hablar con los cuadros, con las fotos, con

los adornos, no me puedo quedar con las ganas de decir todo lo que siento y se lo

digo a las paredes, a los muebles, a los gatos que se tiran en el patio. Y esta noche

estoy sola, pero esta noche va a ser la noche de la pesadilla, de una pesadilla que

después yo trataré de borrar de mi memoria, pero que la llevaré clavada en el

recuerdo hasta que muera, como llevo clavadas tantas cosas que quisiera olvidar.

Ah, qué bueno sería olvidar, qué bueno sería que una pudiera olvidarse de todo lo

malo que le ha sucedido. Sí, qué bueno, qué fenomenal sería eso. Lo primero que yo

borraría de mi memoria serían las peleas de mis padres y las palizas que me daba mi

padre y los golpes que me daba Tony, y todo lo que me ha sucedido con Tony, que

maldita sea la hora en que lo conocí. Y por supuesto, borraría lo que me va a pasar

esta noche que estoy sola en el silencio sobrecogedor de esta maldita casa, sin

saber qué hacer, nerviosa, angustiada, esperando que toquen a la puerta... Y

tocan. Entonces me paralizo, mirando a la puerta. Son unos golpes desesperados

que me dejan en el medio de la sala sin poder moverme. ¿Quién es?, pregunto,

sabiendo bien quién es, pero lo digo tan bajito que yo misma casi no lo oigo. Me

lleno de valor y repito quién es en alta voz, y la respuesta no es otra que la voz de

Tony, aquella voz que yo escuché en el parque de Ferreiro la primera vez que fui a

encontrarme con él, y que oía después en cada nueva cita, cuando nos veíamos a

escondidas y a mí no me importaba otra cosa que no fuera oír aquella voz que me

llenaba los oídos de una música suave, y yo me olvidaba de la escuela, de mi casa,

de mi familia, de todo, remontada muy alto, como si yo estuviera en una nube azul

que regara las plantas y las flores del jardín más hermoso que yo hubiera conocido

en los cuentos que me hacía mi mamá... Entreabro la puerta y vuelvo a escuchar

aquella voz, déjame entrar, cosita, déjame, que quiero hablar contigo, anda, no

seas tan rencorosa, que el rencor es malo y amarga el corazón, y miro a Tony y me

parece que él no puede estar ahí parado a menos de un metro de mí, déjame

entrar, chica, que me he pasado todo este tiempo pensando en ti, en ti, vamos, en

nosotros, te lo juro, no te me quitas del cerebro ni un solo minuto, de verdad, oye,

mira, estoy arrepentido de haberte tratado tan mal, de verdad, Tony pidiéndome,

rogándome, suplicándome que lo deje pasar, mira, Tania, yo pienso que nosotros

podemos arreglarnos, volver a estar juntos, ¿por qué no?, olvidarnos de todo y

comenzar de nuevo, Tony frente a mí, cabizbajo, arrepentido, transformado, sí, y

mira, cosita, estoy haciendo una gestión ahí, en mi trabajo, para que me den una

casa para nosotros dos, un lugar donde podamos vivir tú y yo solos y ser felices, muy

felices, sin que nadie nos moleste, y así no vamos a tener ningún problema, tú y yo,

con el niño cuando nazca, anda, déjame entrar, cosita, te lo pido por lo que más

quieras, y esa seguidilla de la voz de Tony no la puedo resistir, quito el seguro de la

puerta, la abro de par en par, y Tony entra, y enseguida que entra trata de tocarme,

de besarme, de abrazarme, y yo no me dejo tocar ni besar ni abrazar, porque

reacciono y no lo creo, cómo voy a creerlo después de todo lo que me ha hecho...

Me separo, me siento en una butaca y él también se sienta. Parece que él sabía

que yo estaba sola, no se hubiera atrevido si no. Estoy nerviosa y excitada. Nos

quedamos frente a frente. Creo que él ha bebido, siento ese olorcillo a ron que

no se le quitaba últimamente. Y entonces nos decimos todo lo que tenemos que

decirnos, un montón de barbaridades, y yo le digo mucho más, porque el muy

canallita ha seguido molestándome después del divorcio, ah, sí, ha seguido

persiguiéndome, con la pituita de volver conmigo y todo eso, mira, Tony, yo no te

creo ni una pizca de lo que me estás diciendo, y él me dice cosita, y me dice

muchas cosas que yo apenas entiendo. Ah, pero cuando oí su voz al otro lado de la

puerta me estremecí y se me olvidó todo lo malo, sentí un airecito que me subía

desde la boca del estómago y por eso fue que lo dejé pasar, pero ahora en frío no

puedo creer nada y se lo digo, no me vas a convencer, Tony, de ninguna manera,

pero él se levanta, cierra la puerta de un tirón, se me acerca, y... ven, Tony, ven,

acércate, salvaje, cógeme por los hombros y sacúdeme, bien fuerte, grítame,

golpéame otra vez, como me golpeabas cuando yo te decía algo que no te

gustaba, vamos, no lo pienses más, porque eso es lo que quieres hacerme, bórrame

definitivamente esos pocos recuerdos agradables que todavía me quedan de

cuando te conocí, de los primeros días, de nuestros encuentros en el parque de

Ferreiro, vamos, dime todas las suciezas que vas a decirme, pégame duro, anda, no

te detengas, no, desgraciado... Tú verás lo que te voy a hacer, so mona. Intento

defenderme, pero en menos de un minuto ya me estás golpeando otra vez

como antes, con toda tu fuerza, so bruto, forcejeamos un poco, pero ya tú eres el

mismo de los últimos meses y me sacudes con violencia, me tiras en el suelo, te me

encaramas encima como un perro con rabia, me aprietas, me manoseas, y ¡ay!,

suéltame, Tony, suéltame te digo, animal, si no me sueltas me voy a poner a dar

gritos, suéltame, coño, y tú me zarandeas, si te pones a dar gritos te mato, so puta,

y me enseñas una navaja que sacas del bolsillo de atrás de la pitusa desteñida que

traes puesta, y me voy a estremecer de la rabia, pero tú te afincas sobre mí, encima

de mi barrigona, de tu hijo, so bestia, ¿no te das cuenta de que estás aplastando a

tu hijo?, y siento olor a ron y me dan ganas de vomitar, pero ¡ah!, entonces todo

sucede demasiado rápido: te desabrochas la portañuela y empiezas a tocarte ahí,

a manosearte, y empiezas a hacer cosas que yo nunca te había visto hacer, que ni

siquiera me había imaginado que pudieras hacer, me la restregas en los ojos, en la

boca, en toda la cara, so bruto, hasta que siento, repugnada, con los ojos cerrados

y temblando de miedo, que ese líquido tibio me rueda por los párpados, por las

mejillas, por la boca, por el cuello... Dios mío. Me quedo en el suelo, rígida, sin poder

comprender por qué me está sucedieno todo esto, aquí mismo, en la sala de mi

propia casa, en el estado en que me encuentro, sola, ¡ay!... No sé cuánto duró ese

momento de horror, no sé cuántas cosas me pasaron por la cabeza en un segundo,

hasta que por fin el asqueroso se levantó, se abrochó, me miró, largó un eructo y

comenzó a reírse a carcajadas, hasta que salió dando un portazo... Yo seguiré un

rato más en el suelo, tirada como una perra muerta, casi sin respirar, con mi bata de

casa hecha ripios, con los ojos cerrados porque no querré abrirlos, con deseos de

vomitar, sudada, aterrorizada, arrepentida de mi ingenuidad, y después que me

vaya calmando comenzaré a llorar desesperada, a llorar, a llorar, a llorar... A veces

me pregunto si todo esto no sería otra de mis pesadillas, porque no puedo entender

cómo es posible tanta humillación, tanto dolor, cómo es posible conocer el horror

en sólo unos pocos minutos... cómo, Señor, en una muchacha que todavía no ha

cumplido quince años...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



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sábado, 14 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 6

Qué tarde es. Este despertador está parado. O roto, qué sé yo. Me duele la cabeza.

Me duele mucho. Me siento como si hubiera estado tres días durmiendo. No me

acuerdo a qué hora me acosté anoche. Y aquí parece que no hay nadie. Anoche

se llevaron a mi mamá para el hospital, de eso sí me acuerdo. Mi padre se fue con

ella, pero no sé dónde están mis hermanos. Aquí no están. Anoche me quedé sola

un rato, hasta que se aparecieron las tías. No me gustan las tías. Nunca se ríen y

tienen las caras embadurnadas de pintura y colorete, parecen espantapájaros. Pues

sí. Anoche llegaron y enseguida se adueñaron de todos los rincones de la casa,

dándome órdenes y registrándolo todo, por eso me metí en mi cuarto y las dejé ahí

paliqueando, que no paran de darle a la singüeso. Me puse a pensar en lo que

estaba sucediendo, pero llegó una de las tías y me obligó a tomarme un vaso de

agua con unas pastillas que no sé de qué rayos serían, y enseguida me dormí. Y no

recuerdo más. Aquí no hay nadie, no. Hay tanto silencio que puede oírse el zumbido

de una mosca volando. ¿Le habrá pasado algo a mi mamá? Dios mìo. Lo único que

me faltaba. Déjame levantarme a ver qué hago... No, no hay ni un alma en esta

puñetera casa. Me han dejado sola, parece que se han olvidado de que yo existo.

A lo mejor Aleida sabe algo, déjame llamarla por el muro a ver... Ah, pero qué tonta

soy, Aleida debe estar ahora en su trabajo, igual que Juan. ¿Por qué me habrán

dejado sola? Ultimamente me dejan sola a cada rato, no se ocupan de mí, así

como estoy, y si me da un dolor o si me pasa cualquier otra cosa, qué bárbaro.

Porque si doy un grito no se entera ni el Diablo, y cuando regresen me encuentran

ahí tirada. Qué barbaridad. Ni un papel ni nada. Se largaron todos y a mí que me

parta un rayo. ¿Qué hora será? Y este radio también está matungo. ¿Qué tendrá mi

mamá? Mi mamá se ha puesto mala últimamente, se ha puesto tristona. Siempre

con sus dolores de cabeza, y hasta su carácter ha cambiado. ¡Ay, cómo me duele

la cabeza!  Tengo una debilidad que me parece que me voy a desmayar. Y tengo

hambre, tengo mucha hambre. Me voy a tomar un vaso de leche con un par de

aspirinas a ver si se me quita este maldito dolor de cabeza. Después ya veré. Si no

hay nada aquí tendré que ir a buscar el pan, eso si encuentro el dinero que tiene mi

mamá para las compras. Ojalá que mi mamá vuelva pronto, porque yo aquí sola,

metida entre estas cuatro paredes, me voy a volver loca. Y luego mis hermanos con

su jodedera. Graciosos que son los muy verracos, que no paran, y mi padre con sus

puyas. Ni un papel ni nada, ¿será posible? Y esta cocina está más pelada que la

carnicería de Juanelo. El hambre que tengo y con esta barrigona, que ahora tengo

que comer para mí y para la criatura. Ah, pero no voy a darle cranque a eso. Leche

y aspirinas y a viaje. Se acabó. Un vaso de leche me caerá bien, supongo, así voy a

entretener al hambre hasta ver si viene alguien y me trae algo. Si no, pues no sé, no

sé bien lo que voy a hacer. Cuando regrese Aleida le pediré algo por el muro. Y a

esperar. A ver qué es lo que hay...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



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sábado, 7 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 5

He descubierto que Tony es sagitario. Lo he descubierto en los papeles que mis

padres han tenido que tramitar para nuestro matrimonio. Casi no me lo creo:

yo y Tony casados. Y casados de verdad, con papeles, firmas, testigos, el copón

bendito. Mis padres están más locos que Jacinto el basurero. Un matrimonio sin

relaciones, sin noviazgo, sin nada. Pero mi mamá me lo dijo: sí, hija, sí, yo sé todo

eso que me dices, pero es lo único que podemos hacer para que no te quedes

deshonrada, y ahora tengo a Tony aquí en la casa, metido en mi cuarto, ja, y

durmiendo en mi cama, y mi padre cada vez que se cruza conmigo se me queda

mirando y me dice: ¿eso no es lo que querías? Pues ahí lo tienes. Mi mamá tiene una

colección de revistas de esas que hablan de los signos, de las parejas, del amor,

de la salud, de las relaciones en el hogar, de todo, y cuando se pone a conversar

con las amigas que vienen a visitarla yo me escondo detrás de las cortinas para oír

lo que hablan. Y hablan de esas cosas que vienen en esas revistas. Yo quietecita,

recogiéndolo todo, como una esponja. Y cuando mi mamá está durmiendo la siesta

y mi padre y mis hermanos están fuera, me pongo a registrar las cosas de mi mamá,

sobre todo esas revistas, que las tiene a montones. Por eso he aprendido todas esas

cosas de la astrología. Y las cosas que he visto en esas revistas. En ellas descubrí que

Tony es sagitario y yo soy cáncer, que yo no sabía nada de eso. Y esas revistas dicen

que los sagitarios y los cánceres hacen buena pareja. Díganmelo a mí. Pero en fin,

fuera por las revistas o por lo que fuera me escapé del legrado que quería mi padre.

Tuve que buscar esa palabra en el diccionario, porque a mí ni hostias. Claro que mi

mamá no le dice nada al toro de los signos y esas cosas, porque ese hombre no

cree ni en la paz de los sepulcros. Siempre le está diciendo a mi mamá que no

coma tanta mierda con los santos y las oraciones y toda esa porquería que ella

siempre está barajando, ya tú estás muy vieja y muy cuca para andar creyendo en

que los muertos salen, así le dice algunas veces y ella se calla y se mete en su cuarto

murmurando, algún día te arrepentirás de esas blasfemias, pero lo dice tan bajito

que mi padre ni se entera. Mi mamá cree en todo, en eso y en todo, y de verdad,

de corazón, mi padre no ha podido quitárselo. Ella lee esas revistas a escondidas,

por eso las guarda todas en una caja de cartón enorme debajo de su cama,

porque si mi padre las descubre las quema toditas y no queda ni la caja. Pero yo

las leo también, a escondidas también, que no quiero más líos con el toro furioso,

aunque yo tengo que esconderme de los dos, y así me entero de cosas cuando mi mamá

se pone a conversar con sus amigas en su cuarto, como aquel día que mi mamá tenía la

lengua suelta y le decía a una de esas señoronas que vienen a perder el tiempo con sus

boberías, que nosotros nos vamos muy pronto y nada más que estamos a la espera de

resolver los últimos detalles y después el telegrama. Eso fue lo que oí. Y no entendí ni

pitoche. No sé por qué mi mamá se anda con tanto remandingo con esas revistas, si en

definitivas aquí siempre se hace lo que quiere mi padre. Que se tiene que casar, pues me

caso, que el mocoso ese tiene que venir a vivir aquí, pues el mocoso viene, que esta

culicagada tiene que dejar el Pre por ahora, pues lo dejo, con la barriga no te dejan

entrar en el Pre, así que despídete. Ahora que estamos casados Tony no es el mismo. Ya

no es el mismo. Se ha vuelto un purgante. Ya no me pasa las manos por el pelo y la

cabeza como me las pasaba cuando nos veíamos en el parque de Ferreiro, ya no me

dice esas cosas bonitas que me decía cuando yo me escapaba de la escuela para ir a

encontrarme con él, ya no me besa como me besaba cuando estábamos solos en

algún lugar lleno de matas y allí nos cogía la noche. Nada de eso. Tony se ha

puesto más seco que una tusa de maíz. Para mí que es porque yo me he puesto

barrigona, se me han alterado las piernas y se me ven las venas, y parece que el

muy cabrón se ha aburrido de mí. O a lo mejor es que nunca me quiso para nada.

Para pasar el rato, como me decía mi mamá. Y como lo obligaron a casarse y a

vivir aquí no le queda más remedio que estar aquí inscrito en la familia y punto. El

caso es que no me saca ni al parquecito de Escario. Y yo le caigo encima como un

pitirre a una tiñosa: óyeme lo que te voy a decir, Tony, óyeme bien, esto no puede

seguir así, ¿me estás oyendo?, no paras en la casa, no le hablas a mis padres, no

quieres llevarme a ningún sitio, ¿qué tú te piensas, chico, que yo me voy a pasar la

vida aquí metida entre estas cuatro paredes y tú por ahí callejeando y sateando de

lo lindo?, pues no, estás equivocado, ¿me oíste?, estás muy equivocado... Y esta es

la primera vez que Tony me da un bofetón. Canalla. Ah. Yo no quiero decírselo a mi

mamá, para que no sufra más por gusto, y porque tengo miedo. Por eso no se lo

digo a nadie, me trago el purgante y lo digiero yo solita con la rabia que me da el

bofetón del desgraciado este. Tony toma mucho ron, se emborracha, me forma un

escándalo por cualquier detallito, y yo tengo miedo. Lo que me da es por ponerme

a leer esas revistas viejas de mi mamá, así me entretengo y me olvido de los malos

ratos. Quién sabe si en esas revistas encuentro alguna ayuda. Las revistas y el

diccionario, mis grandes entretenimientos. Y a ver si puedo comprender lo que me

está pasando, por qué yo y Tony no nos compenetramos como dicen esas revistas

que deberíamos compenetrarnos, todo eso. Yo asombrada, descubriendo un

mundo que desconocía por completo, leyendo revistas y buscando palabras en el

diccionario de mi padre. Algo bueno tenía que tener para mí. Mi padre no tiene

tiempo para nada, nada más que para echarnos descargas, gritar, soltar

palabrotas y joder, porque jode cantidad. Algunas veces mi mamá viene a sentarse

junto a mí en mi cama cuando estoy acostada y se acuerda de cuando yo era una

niña, pero ya no es como antes. A veces me pasa las manos por el pelo y la cabeza,

pero sólo unos segundos. Son más de las once y ese joven no acaba de llegar, me

dice. Deja eso, mami. Ah. La gente ya no cree en nada, sigue diciéndome antes de

irse a acostar, pero no dice que el otro tampoco acaba de llegar, sabe Dios en qué

andará por ahí a estas horas. Hasta yo me he vuelto un poco descreída con las

cosas que veo y que oigo, y por el desengaño que he sufrido, y cuando estoy fuera

de mí mando a Dios al carajo, aunque cuando tengo el agua al cuello vuelvo a

acordarme de él, como hace todo el mundo. Pero él no se acuerda de mí. Me he

aprendido de memoria los signos zodiacales y eso me pone a pensar, porque esas

revistas dicen que yo y Tony deberíamos llevarnos de maravillas y ya ven. Por saber

el porqué sería capaz de ir a ver a una de esas viejas que tiran las cartas, que viven

en pocilgas y están sucias y son más pobres que un náufrago en una isla desierta. Mi

mamá cree en Dios y en la astrología y en el cura de la iglesia, que dice que es

quien la absuelve de todos sus pecados. ¿Qué pecados, mami? Pero ella cambia el

tema y nananina. Yo no voy a la iglesia porque mis compañeros del Pre nunca iban

y me lo decían, mira, Tania, ten cuidado con eso, no te destaques, que aquí hay

alumnos que van a la iglesia y han tenido problemas por eso, así que ni te acerques

a una iglesia, por si acaso, y dice mi mamá que cuidadito con ir, que rece aquí en la

casa, que ella va a la iglesia a rezar por nosotros allí. Yo creo, porque hay que creer

en algo, aunque ya me estoy dando cuenta de que no se puede creer en todo ni

en todo el mundo. Mi mamá, cuando se pone patética, me dice que no se puede

vivir sin llevar a Dios en el corazón. Qué cosa. Pues sí, esas revistas son mi refugio. Sí,

porque después del matrimonio mi mamá casi no se ocupa de mí, y Tony como si no

existiera, y el asma molestándome bastante, que ya ni me acordaba de ella, y mis

hermanos con su jodedera y chocando con Tony cada vez que se cruzan. No, si yo

lo digo: el copón bendito. Y esta soy yo, esta es mi casa, esta es mi familia, esta es

mi situación, y estos son los recuerdos que estoy almacenando para mi futuro, si es

que yo tengo futuro. Mira que he pensado y pensado por qué Tony me da tantos

golpes, porque yo a él no le hago nada. Si casi ni le hablo. Pero él me grita, me

empuja, me zarandea, me pega un galletazo por el gusto de pegármelo. Ay de mí.

Primero mi padre y ahora Tony. ¿Habré nacido yo para que me maltraten, me

humillen, me golpeen? ¿Quién será el próximo? Ah, pero el aguante tiene un límite.

 llega el día en que ya no puedo seguir aguantando: esta vez Tony me ha dado

tantos golpes que estoy aterrorizada de pensar que se me pueda malograr la

criatura y entonces no me queda más remedio que decírselo a mis padres. En el

comedor, mientras estamos almorzando, como Tony nunca almuerza con nosotros,

me bajo el cuello del pulóver y les digo miren, miren las marcas que me ha dejado

ese desgraciado. Y les cuento todo desde que comenzó. Casi no puedo hablar del

nerviosismo, de la rabia, del odio, pero suelto el paquete. Mis padres dejan de

comer, me registran el cuello, los hombros, la espalda, buscando hematomas y

heridas y menos mal que Tony nunca está en la casa de día, porque mi padre lo

mata. ¿Y por qué cojones no me habías dicho nada?, me grita mi padre enfurecido

y colorado como un tomate maduro. Suda, da unos paseítos por el comedor, se

rasca, fuma, casi le da un infarto. Y el resultado de mi confesión va a ser que a los

pocos días mis padres me van a decir que ellos han decidido que yo me divorcie, y

no hay más que hablar, y mi padre va a salir como un caballo de carreras, dando

tumbos y portazos. A mí no me van a preguntar ni hostias, me van a decir eso y ni se

te ocurra abrir la boca, chiquilla tonta, y a las dos o tres semanas ya yo y Tony

estaremos separados y después divorciados, él se irá  para su casa antes del trámite

y yo me quedaré en la mía con mi barrigona, mis ataques de asma, mi desconsuelo

por el fracaso de mi matrimonio, las burlas de mis hermanos, y sin poder hacer nada,

esperando, esperando, esperando... dejando que pase el tiempo...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



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domingo, 1 de febrero de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 4

Esta es la primera vez que yo llego a mi casa después de las diez. Me tiemblan las

manos. Me tiembla todo el cuerpo. Yo sé que mi padre está esperándome, sentado

en la butaca, detrás de la puerta, yo lo sé, porque él no es de los que se paran en

la puerra a vigilar. Sí señor, sentado en la butaca con cara de toro furioso, fumando,

cruzando y descruzando las piernas, mirando su reloj cada cinco minutos, listo para

cuando yo llegue y toque suavecito. Yo lo sé, cómo no voy a saberlo, si lo conozco

bien, lo conozco muy bien. Sé que enseguida que me oiga tocar va a dar un brinco,

va a tirar el cigarro en el suelo, va a abrir la puerta y se me va a quedar mirando un

momento, carraspeando la garganta, con la cara sudada por la rabia. Así mismo

como me lo estoy imaginando. Mi padre no habla mucho conmigo, las descargas

se las echa a mi mamá, la pobre, que las aguanta sin chistar. Bellaca que es. A mí

no, a mì nada más que va a decirme: ¿así que en la calle hasta esta hora con ese

muerto de hambre?, si me parece estarlo oyendo. Lo demás van a ser golpes, y

golpes muy duros, me va a golpear con su fuerza de bruto, su furia de salvaje, y los

golpes me van a doler mucho, voy a llorar, a gritar, y mi mamá va a aparecerse en

la sala con su cara de Magdalena arrepentida, pero no va a hacer nada, nada más

que llorar ella también. Y a la media hora todavía me va a arder el pellejo. Animal.

Ah, pero si mi padre me mete, yo sé lo que voy a hacer. Ya lo creo que sé lo que

voy a hacer. Y lo que voy a hacer es que a partir de ese mismo momento voy a

empezar a inventarle, sí, a hacerle cuentos chinos, a él y a mi mamá por ser tan

aguantona, por permitir que él me pegue. Mentiras, muchas mentiras, total, si de

ellos mismos he aprendido que hay que decir mentiras para que no la cojan a una

de boba. Eso es lo que voy a hacer. Y voy a hacer mucho más, voy a escaparme

del Pre para ir a encontrarme con Tony en el parque de Ferreiro cada vez que

tenga un chance y al carajo lo demás. No digo yo. Qué se cree mi padre. Si piensa

que me voy a quedar en la casa todo el día con las libretas en las manos, entre

esas paredes churrosas y descascaradas mientras el bandido de Tony anda suelto

por ahí por la libre, y va y se busca una guaricandilla que no lo deje embarcado

como yo, de eso nada. Todo eso voy a hacer si mi padre me da una paliza por

aparecerme después de la hora establecida. Y punto. ¡Ay! Ya tengo un revolisco en

la cabeza que no me deja concentrarme, a ver si pierdo el año en el Pre por estar

corriéndole detrás al cabroncito de Tony y jugándole cabeza a mi padre. Pero es

que si lo dejo suelto se me corre, el muy sato se me corre, se busca otra y a mí que

me parta un rayo, y eso no puede pasar. Como están las muchachas hoy en día,

que se enternecen con cualquier bobería que un lindoro como Tony les diga en el

oído. Como me pasó a mí, que caí al tercer intento. Bribón. Eso es lo que es, un

bribón. Como dice mi mamá, que hay una putangá en la calle que da grima,

¡ay, hija!, tú ten mucho cuidado con esos figurines, ten mucho cuidado y no vayas

a meter la pata, que después vas a lamentarte toda la vida. Ah, ya deben ser como

las diez y media, Dios me ampare. Todavía no sé cómo pude zafarme de Tony, tuve

que darle un empujón y poner cara de drama para convencerlo y así y todo mira

qué hora es. La cara que debe tener mi padre, debe haberse fumado media

cajetilla, pero allá él, que se reviente él, yo no voy a darle ese gusto. Si me mete,

aguanto como una mula, y mañana ya veremos. A lo mejor me está esperando

con el cinto de cuero en las manos para darme una paliza madre, porque él tiene

que saber que yo estaba mateándome con Tony hasta esta hora, él tiene que

saberlo, de bobo no tiene un pelo de los pocos que le quedan en la cabezota esa

de toro que tiene. Cuántas cosas habrá hecho cuando era joven y cuántas hará

todavía, que yo creo que él tiene algo por ahí, porque a mi mamá ni la toca y a

veces yo los he oído en su cuarto, hablando bajito, y mi mamá empieza a llorar y

le dice: ya tú no te ocupas de mí para nada y esas cosas. ¡Ay! Me tiemblan las

manos, no puedo controlar estas manos, por Dios. Las diez y media por lo menos,

quizás hasta más. Se lo dije a Tony, Tony, mira que ya es tarde, que me busco

problemas en mi casa y después no me dejan salir sola por las noches, pero él qué

va, ahí y ahí, y hasta quería que yo me encaramara encima de sus piernas en el

banco y me bajara el blúmer, y yo sudando frío, tú te has vuelto loco, Tony, qué es

lo que te pasa, y tuve que ponerme dura, porque si no este bicho me desgracia allí

mismo, yo que estaba toda mojadita. Este Tony es tremendo, cuando empieza a

tocarme me descompongo todita, él lo sabe, lo sabe muy bien, canallita que es.

Pero por fin pude escaparme y salir de ese parque sudada y descompuesta, debo

parecer un muñecón de carnaval. Y ahora a la casa a enfrentarme a la fiera.

Ahora a mi padre le ha dado por pelear con mi mamá todos los días, por cualquier

cosita que pase le zumba una descarga, y cada vez que se ponen a pelear yo me

meto en mi cuarto y me escondo debajo de la colcha para no oír la pelea, pero así 

y todo la oigo siempre, porque él grita a todo pecho y no hay Dios que lo pare. Los

gritos de mi padre, el llanto de mi mamá, lo oigo todo, y los vecinos disfrutando del

show. Esas peleas me ponen muy nerviosa. Tengo los nervios a millón, las peleas por

un lado, el Tony por otro, los estudios, el miedo a que me cojan con las manos en la

masa, ¡ay!, qué va a ser de mí. Ah, pero a pesar de los pesares yo me voy a ver con

Tony cada vez que me dé la real gana, eso sí, me escapo con él cuantas veces él

quiera, de lo que no hay remedio, y me voy con él al fin del mundo, coño, a ver si

una noche de éstas nos tenemos que quedar por ahí, como el otro día que nos

cogió un aguacero torrencial y llegué a casa como un pollo mojado, suerte que el

toro furioso no había llegado. Pero una noche de éstas nos vamos a tener que

refugiar por ahí en algún lugar donde estemos los dos solos, completamente solos,

como él tantas veces me ha pedido, y mi padre se queda el muy vaina en espera,

en la sala, quién le viera la carota, con las colillas en el cenicero, el reloj en la

mesita, el cinto de cuero en las manos, ja ja ja, si me parece estarlo viendo, se va a

quedar dormido en la butaca y va a abrir la boca como el hipopótamo del zoo,

qué embarque. Vale la pena hacerlo solamente por joderlo un poco, bastante que

él me jode a mí. Demasiado. Pues sí señor, eso es lo que va a pasar un día de éstos,

oye, mocosita, ¿cuándo vamos a estar solos tú y yo donde nadie nos moleste?, y yo

muda, anda, vámonos para otro lugar, que aquí en el parque no podemos hacer

nada, pues bastante que hacemos en el puñetero parque, con la oscuridad que

hay allí, embúllate, me dice, y no, le digo, y él que sí y yo que no, y tú verás qué bien

lo vamos a pasar, porque este Tony se las sabe todas, siempre inventando, y la otra

noche por poco me convence, porque yo estaba que me derretía mientras Tony

me daba mordiditas en el cuello y me pasaba las manos por todas partes. Si no

llega a ser por aquellos estudiantes que llegaron a sapear, allí mismo me desgracio.

Pero mi padre se va a joder, de verdad que se va a joder. Está bueno ya de

aguantar tanto, qué carajo, y si se pone demasiado imperfecto lo que voy a hacer

es fugarme con Tony. Sí, fugarme con Tony, venderle el cajetín a esa casa oscura

y sucia y silenciosa, aunque al otro día, o a la otra semana, o cuando sea, yo me

aparezca toda descuajaringada, y entones mi padre me va a dar la paliza más

fenomenal que me ha dado desde que nací. Pero total, ¿qué me importan las

palizas? A un gustazo un trancazo. ¿Qué es lo que él quiere? ¿Que yo no me vea

más con Tony? Pues de eso nada, monada. Me veo con Tony las veces que me

salga del papo, mañana mismo vuelvo a estar con él y que mi padre me meta todo

lo que quiera meterme. Y si un día me quedo embarazada, con una barriga, como

le gusta decirme a cada rato, que pase lo que pase. Ya me veo soportando la

descarga, ¿no te lo dije?, ahí lo tienes, con esa sonrisita socarrona que él se gasta.

Total, si eso sucediera, mi mamá se va a enterar tarde o temprano, todo el mundo se

va a enterar tarde o temprano, y mi mamá se va a poner a dar gritos y mi padre se

va a escandalizar, y ella a tomar sus pastillas y él a pegarme, y mi casa se va a

convertir en una confusión de lágrimas, de gritos, de palabrotas, de amenazas, de

golpes, de dolores, de pastillas para los nervios, de cosas tiradas y rotas, de corre

corre, de cuchicheos, de llamadas telefónicas, de consultas al médico, de

secreticos, de silencio... ¿no te lo  dije?, ahí lo tienes. Entonces yo no voy a oír nada.

Nada nada. Absolutamente nada. Me pondré a pensar en Tony, trataré de

explicarme a mí misma por qué hicimos lo que hicimos y no podré entender mi

situación. Hasta que corran las semanas y los meses y suceda lo que tiene que

suceder, esto tiene una sola solución: que se haga un legrado, eso es lo que dirá mi

padre, tú estás loco, y eso es lo que dirá mi mamá. Y a llorar, a gritar, a rezar, pero yo

no voy a oírlos, yo no voy a oír nada, nada más que el silencio, porque mi casa se va

a convertir en eso cuando explote el escándalo. Después mis padres se pondrán de

acuerdo, qué remedio, y decidirán lo que hay que hacer sin contar conmigo para

nada. Me llevarán al médico, pero el médico les va a decir que es demasiado tarde

para hacerme un legrado, que lo siente mucho, que debo tener la criatura, y ahí sí,

la mundial, mi padre pelea, grita, patalea, casi se vuelve loco, mi mamá a tomar

pastillas, a esconderse en su cuarto, a rezar padrenuestros y avemarías, pero al fin

y al cabo, a las dos o tres semanas ya me veo sentada en una silla vieja, en una

oficina vieja, húmeda, apestosa, llena de papeles y de archivos viejos, húmedos,

apestosos, y a mi lado está Tony, muy serio, muy bien vestido, qué elegante se ve,

de dónde habrá sacado ese traje azul prusia que tan bien le queda, y yo, cómo

estoy yo vestida, debo estar también muy elegante, porque aquí todo el mundo

está elegante, y miren a este señor que nos está mirando, que también tiene un traje

azul prusia y nos mira muy serio, alto y canoso, flaco como un güin, es que todos

están serios, qué estará pasando. Y ahora este señor nos mira por encima de sus

espejuelitos que tienen un esparadrapo en una pata, y allá atrás están mis padres

y esa gente que no conozco, pero el señor nos está como sermoneando, nos está

diciendo que tenemos que firmar ese papel que nos pone delante, encima del

buró, que después lo tienen que firmar mis padres y esa gente que está allá atrás,

que parece que son amigos de mis padres, y ahora este señor nos lee un mamotreto

que tiene en sus manos huesudas que le tiemblan, qué flaco está el pobre, el traje le

baila, y nos dice que yo y Tony ya estamos casados legalmente, qué cosa, que yo y

Tony... no, ¿cómo es eso?, no entiendo ni jota, y el señor nos dice que ahora yo y

Tony ya somos marido y mujer, y... Dios mío, ¿yo y Tony marido y mujer?, pero qué

coño es esto, no entiendo nada, no sé nada, y esa gente de allá atrás, no se ve

nada, esto está muy oscuro, y mis padres, y Tony, y el señor que nos estaba leyendo

el mamotreto, ¿dónde se metieron todos?, qué oscuro está esto, no veo casi nada,

qué oscuro está este callejón, si sale alguien y me asalta, qué hago, si me violan

aquí mismo, que eso sucede a cada rato, Dios mío, si me sucede algo malo, qué

oscuro, menos mal que ya me falta poco para llegar a mi casa, mi madre, y qué

tarde es ya, es tardísimo, ya deben ser como las once de la noche, sí, como las

once, Dios me ampare, o más de las once, sí, más de las once, misericordia, ¡ay!,

hoy mi padre me mata...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr



http://laenvolvencia.blogspot.com