domingo, 13 de septiembre de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 33

Bertica no se cansa de preguntar, pero yo sí me canso de responder, de inventar, de

mentir, porque a una vejiga como Bertica no se le puede decir todo lo que quiere

saber, ¿y por qué mi papá no vive aquí con nosotras?, ¿y por qué mi papá nunca

viene a verme?, ¿cuándo tú me vas a llevar a ver a mis otros abuelitos?, mami,

¿dónde están mis abuelitos?, ¿cómo es que yo no vivo aquí contigo, mami?, y no sé

qué carajo le voy a contestar, si cada vez que me pregunta algo me dan ganas de

llorar y muchas de esas preguntas me las hago yo misma y no encuentro respuestas.

El desgraciado de Tony en la cárcel, que ni se acuerda de que tiene una hija, ¿y

qué tú quieres que yo haga si estoy aquí metido, so yegua?, es lo que me grita cada

vez que yo le hablo de Bertica, de que necesita un padre que se ocupe de ella, y

me pongo a llorar y viene el guardia a ver qué pasa. Es verdad que Tony no puede

hacer mucho desde la cárcel, pero por lo menos podría preguntarme si la niña

necesita algo y encargarle a Aurelia que le compre algún regalito para que se lo

entregue a nombre suyo, pero no, gritos y maldiciones, muecas y palabrotas, y se

levanta y se va antes de que termine el tiempo de visita, por eso ya yo casi no voy 

a llevarle a Bertica. Está muy bien que me pase porque nunca debí ir a verlo, a ver si

se imagina que yo quiero algo con él todavía, hubiera preferido dejar que Aurelia le

llevara a la niña y a viaje, si está preso es porque robó y si robó es un ladrón, y los

ladrones están en la cárcel, aunque aquí hay más ladrones fuera que dentro de las

cárceles, pero eso no me incumbe. Después la cantaleta de Bertica cuando está

conmigo, mami, yo quiero una muñeca bien grandota para jugar con ella y

acostarla a dormir conmigo en mi camita, mami, cómprame esa trusita tan linda

para ir a la playa el domingo, mami, llévame al zoológico a ver el hipopota, cómo

habla esta jiribilla, no se cansa, igual que la tía Emilia, coño, un papagayo con pilas

alcalinas... Cállate ya, Bertica, me vas a volver loca, ya me duele la cabeza, coño,

descansa las cuerdas vocales, hija mía, y hasta las consonantes, qué barbaridad,

ya no puedo... y entonces me doy cuenta de que Bertica sólo es una pobre niña

que quiere saber, conocer, estar acompañada, y que se siente muy desamparada

sin ese padre que ella sabe que tienen las niñas que ella conoce, y el corazón se me

va a reventar, yo gritándole, regañándola, descargando mi rabia con ella que es la

única que no tiene la culpa de nada, ven, mi amor, ven acá, y la beso, la abrazo, la

aprieto contra mi, y me lamento de carecer de esa gracia que tenía mi mamá para

hacerme los cuentos que me hacía, y de no haber visto la nieve para contarle lo

bella que es, y lo único que puedo hacer es complacerla en lo poco en que puedo

complacerla, ¿de verdad que me vas a llevar a ver el hipopota?, y así transcurren

estos mínimos momentos que yo paso con mi única hija los domingos, unos retazos

de tiempo que se me van en naderías sin hacer nada que valga la pena mientras

que mi hija permanece encerrada en ese Internado de todos los demonios con su

abuela, alejada de mí, para no acordarse de que no tiene papá, y para acordarse

de que tiene mamá sólamente cuando llega aquí y me encuentra con los brazos

abiertos para cargarla y sonreírle y darle cariñitos mientras se me llenan los ojos de

lágrimas y entonces se la alcanzo a Aurelia y me voy al fondo de la casa, me meto

en el baño y a llorar de lo lindo, maldiciendo mi suerte, sin comprender, por más que

me lo pregunte, por qué este mundo asqueroso e injusto está tan desastrosamente

hecho, ¡ay!, tanto, como si lo hubiera hecho un aprendiz de constructor o un

incapacitado de la mano de obra o un buen hijo de puta...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


www.facebook.com/augusto.delatorrecasas

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