sábado, 22 de agosto de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 30

Ahora me ha dado por vender todas las cosas de valor que quedan en la casa. El

dinero está al liquidar y no se me ocurre nada ni me decido a buscar un trabajito de

ésos, que no es cosa fácil. Aleida me dijo que Juan puede ayudarme con eso por sus

relaciones con Educación y con la Vocacional, dice que allá yo estaría muy bien,

rodeada de jóvenes y entretenida todo el tiempo, pero no sé, no me decido. Y Aurelia

con la escuela de comercio, y cada vez que hablamos le digo lo mismo que a Aleida,

que no puedo pensar bien en estos días, que no me decido, que no sé. Pero por los

cuentos que me hacen Mayra y Miguelito trabajar es comer mierda, le enredan la vida

al que trabaja con horas extras gratis y un montón de actividades que no le dejan tiempo

ni para cagar en paz. Y total, en este país los que mejor viven son los que no hacen

nada, los que están en el bisne, manita, o los que tienen parientes en el Norte que

les mandan dólares y muchas cosas para vivir bien, en lo que cabe, porque aquí vivir

bien está prohibido, y trabajando honradamente tú no ganas ni para comprarte un

par de zapatos... si los encuentras. Qué Mayra. Bueno, seguiré pensándolo, no pienso

escacharme otra vez. Y mientras, pasan los días, las semanas, los meses, y yo aquí

estancada, empantanada entre la mierda y la nada sin saber qué destino me

espera. Y sin dinero no se puede vivir, eso ni aquí ni en ningún lugar. ¡Ah! La vida es

un suspiro que se nos va sin darnos cuenta y cuado reaccionamos ya somos viejos los

que llegamos a viejos y no podemos hacer otra cosa que sentarnos en una

comadrita vieja a esperar que nos llegue la hora. La juventud dura muy poco,

demasiado poco, no da tiempo para hacer proyectos y ejecutarlos, y esa etapa,

que es la más bella de la vida, se gasta cometiendo errores y metiendo la pata,

soñando como tontos para después lamentarse como imbéciles demasiado tarde. Si

yo hubiera sabido, si tuviera veinte años, si no hubiera hecho tal cosa, si volviera a

nacer y todas esas sandeces que se piensan cuando se añora lo que pudimos hacer

y no hicimos, o lo que no pudimos y quisimos hacer y mejor no sigo porque me da

dolor de cabeza y no estoy para eso. Por eso voy a hacer todo lo que me salga,

ahora que soy joven y puedo, para no lamentarme después. No, a mí no me va a

pasar como a esos viejos que siempre están añorando lo que no hicieron de

jóvenes, no señor. Pero no me decido por nada, sigo en esta maldita incertidumbre,

no sé qué es lo que me conviene, no se me ocurre nada que me saque de esta

espera, de este dejar que el tiempo pase, y el tiempo pasa y yo sigo aquí en las

mismas. Por qué no seré como Mayra, que no piensa las cosas dos veces. El mundo

es de los que se lanzan sin pensar las consecuencias, y el que no se arriesga no cruza

la mar. Por eso me ha dado por deshacerme de lo que dejaron las primas, muy

poco por cierto, pero a eso voy a sacarle alguna platica para seguir tirando a ver.

Hijas de puta. Arrasaron. Y como eran dos contra una no pude hacer nada.

Cabronas. Y menos mal que dejaron algunas cosas de valor, el juego de cuarto de

mis padres que no pudieron llevárselo, el televisor que no les interesó, el tocadiscos

que dicen que está anticuado. Ya veré. Así me quede en cueros, todo lo que pueda

lo voy a vender. Al carajo los recuerdos que de nada me sirven. Y nada de

sentimentalismos. Después a pensar en la escuela, que yo quisiera tener un título, no

digo yo, aunque si vuelvo a estudiar y me llega la salida qué. De eso Aurelia no se

da cuenta. Dice que quien no estudia nunca será nada. ¿Y quien estudia qué será?

Si aquí los que son alguien son los que no han estudiado, al menos, la mayoría. Y en

cuanto al dinero, no pienso acostarme con ningún extranjero de ésos por nada, que

si voy a ser puta será por placer, no por dinero ni regalos ni nada. No soy, no voy a

ser nunca una acabanda ni una Mayra ni un bolloloco como andan por ahí algunas

que yo conozco, ni una pelandruja de fin de semana. De eso nada. Creo que con lo

que le saque a estas cosas podré resistir algunos meses más a ver si mis padres por

fin reaccionan y aflojan, porque yo creo que la negativa de Tony es porque quiere

sacarle dinero al asunto de Bertica. Para lo que le importa su hija al muy cabrón. Y

yo aquí dentro, como si allá fuera no existiera vida ni personas ni animales ni nada.

Porque cuando cojo calle unos días enseguida me cae el gorrión y a meterme otra

vez en este agujero a lamentarme de mi puñetera suerte. Dejando que se me

escapen los mejores años de mi vida, sola, siempre sola, y lo único humano que oigo

es la voz de Aleida por el muro que me dice pero niña, sal, respira aire puro, pasea,

vete al cine, a caminar por ahí, busca a las muchachitas del Pre que estudiaron

contigo, reúnete con ellas, habla con la gente, ríete, ¿qué tú haces encerrada aquí

como una babosa en su concha? Y le digo que no estoy preparada para todo eso

que me dice, y Aleida me larga una palabrota, cosa rara en ella, tan comedida, es

que las muchachitas del Pre no vienen por aquí, he perdido el contacto con ellas,

Aleida. Eso es lo que pasa... ¿Pero cómo tú quieres que vengan si esta casa parece

que está sellada por la Reforma Urbana? Tienes razón, Aleida, tienes toda la razón

del mundo, es verdad que me estoy carcomiendo aquí dentro, tengo que salir y

pasear como tú dices, pero no sé qué hacer si salgo, a dónde ir, no sé... ¿Y esa

familia que tú visitabas allá en Vista Alegre? La visito de vez en cuando, pero allí

también tienen un drama que me pone los pelos de punta. Te dejo por imposible,

pero cuenta conmigo cuando quieras, sabes que me tienes aquí para lo que

quieras. Gracias, Aleida, eres una buena vecina. Pues nada, que Aurelia se quede

con Bertica todo el tiempo que quiera, aunque haya gente que piense y que diga

que yo no quiero a mi hija. Desgraciados. Si hasta las fieras quieren y cuidan a sus

cachorros. La humanidad. Ah, de sólo pensar en eso me pongo a millón y ahorita

me duele la cabeza y me pongo a toser y me da un ataque de asma. Tengo que

hacer algo. Y pronto. Buscar un trabajo, matricularme en la escuela de comercio,

tirarme delante de una rastra, algo. Pero algo. Aleida tiene razón: cualquier cosa

será mejor que seguir metida aquí martirizándome con lo que no puede remediarse.

Esto es lo que me tocó y me tengo que joder. La vida no puede reducirse a este

encierro. No. La vida tiene que ser hermosa. Yo me he equivocado de camino. Sí,

ese es el problema. No he sabido encaminarme. Pero rectificar es de sabios y si me

lo propongo mi vida puede cambiar de la noche a la mañana. La vida debe vivirse

y no pensarse tanto, qué carajo, como me dice Aleida a cada rato, y yo tengo que

superar esta desgana y proponerme de verdad salir de esta encerradera de algún

modo. No vaya a ser cosa que cuando venga a darme cuenta ya esté hecha una

piltrafa quisquillosa y peleona, insoportable como la tía Emilia, y así la gente te huye,

te dicen rompegrupos, aguafiestas, agripina, sí, la llorona, la madre el que se quede

a esperarla, Aleida, sí, tienes mucha razón, mi amiga, ya lo creo que tienes razón,

pero te juro por mi hija que voy a dar un vuelco a mi vida que ya verás, en serio, ya

verás, un vuelco de tres pares de cojones, voy a vivir la vida, a vivirla, y a no pensar

más cómo vivirla...

(continuará)

Augusto Lázaro

@augustodelatorr


www.facebook.com/augusto.delatorrecasas

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