domingo, 12 de julio de 2015

ESA MUCHACHA TRISTE QUE SUEÑA CON LA NIEVE 24

Aleida le oyó decir a una mujer en el mercado de Ferreiro que Marina y su gente ya

habían regresado a su casa. Una familia que intenta fugarse en una lancha siempre

es noticia y enseguida Radio Bemba la corre. Y Radio Bemba se burla del gobierno

que pretende ocultar muchas cosas. Yo llevo casi una semana encerrada en estas

cuatro paredes, y si sigo aquí sin hacer nada la mierda me va a tragar. Ni siquiera

me asomo a la ventana a ver pasar la gente y dentro de la casa me muevo como

un zombi, no sé lo que hago, si es que hago algo. Si no me he muerto es porque

Aleida me alcanza la comida por el muro. Ya ni enciendo el radio ni veo la tele ni

oigo discos. Nada. Mayra y Miguelito perdidos. Bertica con Aurelia, y Aurelia ya casi

no viene porque la última vez me encontró con el moño virado y le grité que me

dejara en paz, que no jodiera más, y que si quería se quedara con la niña, que se la

cogiera para ella. Mire, Aurelia, mejor déjeme sola, váyase, por favor, y déjeme

tranquila, no quiero ver a nadie ni saber nada de nadie, así que váyase de una vez.
 
Qué charranada. Aurelia ni chistó, decente como siempre y yo tratándola como a
 
un trapo de cocina. ¿Qué pensará de mí? Primero la bota Emilia y ahora yo. ¡Ah! Es

demasiado para ella. No hago más que cometer errores y los errores se pagan caro.

Cuando los nervios se me alteran pierdo los estribos y hay que salir corriendo. Tengo

que ir a verla y pedirle perdón, que yo la quiero, Aurelia, que estoy mal de los nervios

y que me perdone y todo eso, y seguro que me perdona, y vuelve, porque Aurelia

me conoce bien y sabe que eso que le dije fue de dientes para fuera. Mira, vamos a

hacer una cosa, mi vida, vamos a ver al médico a ver si te pone un plan o algo,

necesitas calmarte y superar estas crisis que te dan, atender a tu hija, a tu casa,

vamos, dime que vas a ir conmigo a ver al médico, y me convenceré de que es

verdad que Aurelia me quiere como si yo fuera su hija, su hija malcriada y grosera,

porque soportarme a mí no es fácil. Nadie está perdido cuando tiene a alguien que

lo quiera, que le sonría, que le hable con cariño. Pero tengo que hacer algo, y

pronto. Salir de este encierro, coger aire fresco, caminar, ver gente, algo. Y voy a

hacer algo ahora mismo... Marina y los muchachos ya están en su casa, pues qué

mejor que llegarme hasta allá. Recuerdo lo que me dijo mi mamá. Pues allá voy,

que su casa está cerca, al doblar de Ferreiro como quien dice. Una pitusa y un

pulóver viejo y rumbo a la casa de Marina. No sé nada de ellos, no sé cómo la

estarán pasando, pero en fin, allá voy, qué carajo. Yo no tengo confianza con ella

para aparecerme así de aquí estoy porque llegué, pero no puedo seguir encerrada

y no tengo otro lugar mejor, porque Aurelia está en su Internado y no conozco a

nadie más a quien acudir estando así como estoy. Yo necesito contarle a alguien

mis problemas, Mayra y Miguelito desaparecidos y Aleida cuando llega del trabajo

está más cansada que un buey en un arado a las seis de la tarde. Y Marina es una

persona que ha sufrido, y las personas que han sufrido son las que comprenden a

quienes también han sufrido o están sufriendo, como yo. Marina me hará bien. Me

ayudará, como me dijo mi mamá... Y en la calle pienso en Aurelia, ahora le ha

dado por decirme lo bueno que sería que yo estudiara en la Escuela de Comercio,

que un título me vendría bien, que cómo voy a vivir cuando se me termine el

dinero que mis padres me dejaron, ella como si yo fuera a quedarme para siempre

en esta mierda de país. Pues si se me termina el dinero, que ya queda poco, tendré

que inventar algo si no me han sacado de aquí, quizás hasta tendría que buscarme

un trabajo para no morirme de hambre, qué barbaridad. Dice Aleida que teniendo

todo el tiempo ocupado como ella no hay crisis que entre. Pero si me pongo a

estudiar como quiere Aurelia peor, porque entonces tendré que estar a diario con la

cabeza a todo tren, y creo que no estoy preparada para esa situación otra vez con

lo que tengo encima. Ja. Yo pensando en trabajar, dígame usted. Y en qué, porque

lo único que tengo es la Secundaria, que eso es mierda, ni siquiera terminé el Pre. Sí,

graduarme de algo, sería bonito, sí, tener un título, ya lo creo que sería bonito. Y la

verdad que a mí me gustaba estudiar, aprender cosas, conocer la vida y el mundo,

las ciencias, las artes, la historia, la geografía, todo eso. Y mírenme ahora cómo voy

por la vida, vacía como un saco roto, que casi no conozco ni la calle donde vivo...

pero madre mía, si ya estoy aquí. De pronto me veo frente a la verja de hierro del

frente de la casa de Marina. Caramba... La casa de Marina es muy original: aquí

todos los días amanece tarde, porque en esta casa nadie se levanta antes de las

diez, y las puertas y las ventanas del frente siempre están cerradas por el día, las

abren por la noche y las vuelven a cerrar de madrugada, cuando se van los jóvenes

que vienen a descargar a la casa de Marina como si esto fuera un club nocturno.

Eso lo sé porque Mayra me lo ha contado. Esa casa siempre está llena de jóvenes,

pero de día parece que no hay nadie. Es que Marina tiene miel para los jóvenes,

todos se le pegan como sanguijuelas, y cuando van allí se ponen a cantar, a tocar

la guitarra, a fumar, a hacer cuentos, a jugar a las barajas, a oír discos, a tomar...

Eso es lo malo, pienso, que todos se ponen a tomar y a veces se emborrachan, a mí

las borracheras no me gustan ni un poquito. Pero en fin, que estoy aquí y adelante...

Mayra y Miguelito son asiduos a esta casa, me dijo Mayra, y me hizo los cuentos, por

eso ya yo vengo con conocimiento de causa. A mí me entusiasma todo lo que me

ha contado Mayra, menos eso de la tomadera, pero ya veré. Dice Mayra que aquí

hasta el gato barcino de Marina empina la pata. Si tú los ves, los hijos chiquitos de

Marina se empinan las botellas y Marina no les dice nada, se ríe de esas cosas.

Para mí que Mayra exagera. Eso lo comprobaré a partir de hoy. Me decido a tocar

y qué carajo, mi padre decía que el mundo es de los livianos y en esta vida si tienes

que escoger mejor ser gavilán que ser paloma, porque yo siempre he sido eso, una

mansa paloma de la que todo el mundo se ríe y ya está bueno. Así que adelante...

Toco otra vez, más fuerte, y alguien desde adentro me grita ya vaaa...

(continuará)

Augusto Lázaro

@augustodelatorr

www.facebook.com/augusto.delatorrecasas


http://laenvolvencia.blogspot.com

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