sábado, 23 de agosto de 2014

EL AULA SUCIA 37

La doctora Morell sonrió, después de escuchar el informe final sobre el trabajo

realizado por Marnia durante el curso en que prestó servicios en Tele-Turquino. El

informe elogiaba el trabajo y la actitud de Marnia y agradecía a la Universidad el

haber asignado a una compañera que "no sólo se adaptó enseguida a este medio

tan complejo y difícil, sino que por su iniciativa, su esfuerzo y su capacidad, logró

mejorar la programación que se ofrecía a los televidentes, así como plantear

sugerencias que sin dudas aportaron soluciones a problemas candentes que se

confrontaban en este canal", señalándole solamente que a veces sus salidas que se

calificaban de tempestuosas, "originaban discusiones que no ayudaban a la

disposición de aceptación a las orientaciones que llegaban del Instituto Cubano de

Raido y Televisión, lo que la compañera Brauet seguramente sabría superar"...

--Bien -la doctora Morell recogió los papeles que tenía en la mesita que habían

designado para que presidiera la reunión junto al director del canal, y suspiró- yo

creo que podemos decir que este tiempo que pasó entre ustedes le servirá

de mucho a Marnia para sus futuros trabajos en la Universidad -y sonrió, mirando a la

aludida, que también sonreía desde la primera fila de sillas en una sala al parecer

destinada a otro tipo de actos.

Al final, Marnia agradeció la comprensión y la ayuda recibida y dijo que se había

sentido muy bien entre los que calificó como nuevos y ya permanentes amigos y

compañeros que había encontrado allí. Recibió un diploma acreditativo de su

trabajo y una talla en madera preciosa como regalo del colectivo de trabajadores,

varios de los cuales la despidieron con besos y abrazos, deseándole éxitos y

diciéndole que la extrañarían, y que no se perdiera de allí, ya que en Tele-Turquino

ella sabía que tenía para siempre su segundo centro de trabajo.

--Más bien su segunda casa -señaló Antonio, mirándola muy fijamente.

El motivito posterior terminó con un brindis y casi al anochecer Marnia abandonó el

local con la doctora Morell, y se dirigió a su casa, a sólo varias cuadras de allí.

Cuando se separó de su jefa, caminó lentamente, pensando que en verdad su

corta estancia en aquel medio había sido agradable y provechosa. Recordó uno

por uno los programas donde había trabajado, las gestiones hechas en la calle, los

asesoramientos, las discusiones, en fin, todo lo que había vivido y experimentado en

Tele-Turquino. Y casi frente a los ascensores del edificio donde vivía se acordó de

Antonio y del riesgo corrido con él, todavía latente, y del peligro que ello

conllevaba: era la segunda vez que le ocurría y ella era de esas mujeres que a

veces desconocen los riesgos de jugar con el peligro, por excitante que pudiera

resultar. Reconoció entonces, muy a su pesar, que no podía desprenderse del todo

de ese dulce olor que tenía el misterio de las cosas prohibidas. Ahora volvería a la

Universidad, recomenzaría una vida también muy activa, a la que dedicaría, como

antes había hecho, todo su esfuerzo, lo mejor de su capacidad, con el mismo amor

que siempre había sentido por el magisterio... Cuando salió del ascensor y se

encaminó hacia su apartamento y se encontró frente a la puerta, pensó en Mario y

en Aimée, y se dijo que a pesar de haberlos olvidado durante el acto de su

despedida en el canal, le hubiera gustado muchísimo que ambos (sobre todo él)

hubieran estado allí compartiendo con ella ese momento único de alegría y

nostalgia, de una nostalgia que a partir de ahora le llegaría a retazos, y pensó cuán

compleja puede ser la vida, o cuán simple, y qué capaces son los seres humanos de

complicarla o de simplificarla, de acuerdo con sus actitudes y su comportamiento, y

a veces, cómo se convierte un granito de arena en una tempestad en el desierto, o

viceversa, y concluyó en que en eso descansaba la clave de la felicidad del ser

humano, de esa felicidad que todos, sin excepción, podían alcanzar luchando,

realizándose en lo mejor de sus valores y apartando las muchas miserias que existían

sobre la superficie de este bello planeta... La sacó de su sueño irrealizable, pero

hermoso, el ruido de la puerta que se abrió de pronto...

(continuará)

Augusto Lázaro


@augustodelatorr

http://laenvolvencia.blogspot.com


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