sábado, 26 de julio de 2014

EL AULA SUCIA 33


El nuevo contrato de Marnia estipulaba que los docentes de la Facultad debían

viajar, dentro y fuera del país, en cumplimiento de las necesidades, compromisos u

obligaciones de la Universidad, cuando el Decanato lo estimara conveniente. A su

vez, fijaba un nuevo salario de acuerdo con su categoría, de $310.00, lo que

entusiasmó a Mario que, riéndose, medio en serio y medio en broma, le dijo que su

meta debía ser alcanzar los cuatrocientos.

--¡Cuánto gana Oropesa? ¿Eh? ¿Y la doctora Morell? ¿Cuánto gana la doctora

Morell? ¿Y muchos otros que ahora no me vienen a la memoria? Porque si una cosa

buena tiene la Universidad es eso, que paga los salarios más altos de toda la

provincia.

--Es verdad. Pero también es verdad que allí se quema el más pinto.

--No tanto, lo que pasa es que tú tomas todo lo que te orientan con demasiado

rigor, todavía no te has acostumbrado a hacer lo que hace todo el mundo, sí sí sí, y

después engavetar en el cerebro la mayoría de las cosas que te orientan. Por eso

corres el riesgo de quemarte.

--Qué fácil tú lo ves, querido. Se ve que en tu trabajo andan al garete y no

chequean nada.

--Porque si quisieran ellos saben que no les resultaría fácil.

--Bueno, en fin... que esa es la cosa. Ahora con la viajadera, imagínate. Ya me

soltaron que tengo que ir a Guantánamo la semana que viene, así que vete

preparando.

--Ya me preparé desde que me informaste del aumento del sueldo, porque esa

gente jamás da algo gratuitamente.

El viaje a Guantánamo estaba señalado para un viernes, pero esta vez irían cinco

profesores del Departamento, que servirían como tribunales de trabajos hechos por

alumnos de la facultad guantanamera. Marnia pensaba si sería como Sancti Spíritus

y recordaba cómo se libró aquella vez en que Violeta pidió la cara de la moneda

que Neysa tenía en su mano y le tocó perder. Oscar también iría esta vez, pero con

otras tres que resultaron ser Liliana, María y Neysa. Estas dos últimas hablaban con

Marnia sobre el viaje y sus dificultades, pues ellas ya habían viajado a esa provincia

varias veces.

--No, mi vida, no te pienses que te va a salir como la vez que fuiste a Sancti Spíritus

-le decía la propia Neysa a Marnia-: allá, como no hay otra cosa, te mandaban a

ese motelito lindo que tú dices, pero en Guantánamo te van a hospedar en un

albergue de Educación junto con todos los demás, y con varias familias de

cucarachas y de guayabitos.

--Y sin aire acondicionado -agregaba María-, con la comida de los obreros del

MINED.

--Y sin música indirecta -replicaba Neysa.

--Ustedes me hablan como si yo fuera sola a una isla deshabitada.

Marnia se reía en silencio, imaginándose la cara que pondría Mario si estuviera

oyendo. Estaban en la hemeroteca registrando publicaciones anteriores a 1959, sólo

accesibles a un pequeño grupo con un permiso especial del Partido.

--Aquí ninguna colección está completa. Faltan revistas y tabloides culturales, y la

ORTO es una lástima que tenga tan pocos ejemplares.

--¿Y qué me dicen de ORIGENES?

--No, y luego los queridos compañeros de La Habana -y Neysa hizo un paréntesis

para respirar- quieren que nosotros apliquemos mecánicamente  el plan de

contenidos que ellos -y otro paréntesis respiratorio- generosamente nos envían...

Después de un largo rato registrando y anotando, las tres salieron del local y se

encaminaron al Departamento, que ahora estaba más arriba y cuyo personal

compartía con  Lingüística en un pequeño espacio que no respondía a las

necesidades de los dos grupos, aunque eso sí, tenía mejor ventilación y habían

colocado mesas y burós para cada profesor.

--Subir estas escaleras con este calor...

--Decididamente hemos perdido con estos cambios.

--Sobre todo hemos perdido con los nuevos jefes -Neysa no podía ocultar su

desacuerdo-. Nada, que Milagros tenía sus cosas, pero con ella todo era más...

digerible.

Entraron en el Departamento. Sólo había dos profesoras de Lingüística y el doctor

Oropesa, sentado como siempre en su buró, que habían respetado y trasladado

con sumo cuidado bajo su propia supervisión.

--Buenos días, doctor.

--Ahora mejores, con la presencia de ustedes.

Marnia se sentó en su puesto a resolver el intríngulis de las notas que había sacado

de la hemeroteca. Neysa hizo lo mismo. María conversó con Oropesa unos minutos y

después se despidió. Cuando Marnia se concentró en lo suyo, pensó en

Guantánamo. Conocía la ciudad, pero muy pocas veces la había visitado, en su

tiempo de estudiante. Le preocupaba el viaje. Aimée le daba mucha guerra y no

podía llevarla, y dejarla con Mario... "él apenas se dedica a controlarla, y cuando se

quedan los dos solos ella coge calle y anda por la libre". Pero mandarla a la casa de

sus padres también sería problemático, aunque allá estaría entretenida con la hija de su

hermana Mercy, que se encontraba en la meditación constante de si irse del país o

quedarse. Al fin decidió consultar el asunto con Mario. "En definitivas, Aimée es casi

su hjija, ¿qué más le da quedarse con ella esos tres días?

Augusto Lázaro

@augustodelatorr

http://laenvolvencia.blogspot.com

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